lunes, agosto 31, 2009

TRIBUNA


La Constitución, un diseño de país

Se acaban de cumplir quince años de la reforma de 1994. Es un aniversario oportuno para evaluar las expectativas que llevaron a la modificación del texto, los requerimientos cumplidos y las deudas que aún están pendientes.


Por: Humberto Quiroga Lavié

Fuente: JURISTA, EX CONVENCIONAL CONSTITUYENTE DE LA REFORMA DE 1994

A quince años de la reforma constitucional de 1994 nuestra obligación es seguir luchando por su efectivo cumplimiento. Que nuestra Ley Fundamental se convierta en un verdadero instrumento de gobierno. La Constitución Nacional es el "programa político, social y económico" de los argentinos. Que todos los partidos la invoquen en sus plataformas electorales, sean de izquierda, centro o derecha. Ese programa es para todo el pueblo argentino.Hay que recordar que el pueblo tiene derechos insatisfechos. Un derecho a la vida acosado por el aborto y por la desnutrición de menores y de adultos. Una niñez desamparada, sobre todo cuando el niño se encuentra abandonado o sus padres sin trabajo. Una ancianidad con un sistema jubilatorio insuficiente. La familia argentina no tiene asegurado el acceso a una vivienda digna. Los pueblos indígenas muchas veces sin educación bilingüe, sin tierras suficientes para su desarrollo. La mujer acosada laboralmente, en situación de impotencia; también los hombres en situaciones equivalentes. Usuarios y consumidores desprotegidos.Toda la sociedad padece un medio ambiente que no es sano, ni equilibrado, ni apto para el desarrollo humano. Necesitamos autonomía universitaria, con autarquía, que garantice la gratuidad y equidad en el goce de los servicios que se prestan en las Universidades Nacionales. Aspiramos a una libertad de prensa que sea el instrumento efectivo y pleno de control de las demasías de los gobiernos y un activo formador cultural de nuestro pueblo, sin censura previa de ningún tipo, salvo que exista delito o violación de la intimidad de un ciudadano.La reforma constitucional de 1994 le otorgó jerarquía constitucional a una decena de tratados internacionales donde los derechos del hombre, los derechos económicos, sociales y culturales, los derechos civiles y políticos, la prevención y sanción del genocidio, la eliminación de toda forma de discriminación racial, con especial indicación de la discriminación contra la mujer, la protección contra la tortura y otras penas crueles, tienen amplio reconocimiento.Luego se incorporó a este rango el tratado internacional contra la desaparición forzada de personas. Existe entonces la obligación de invocar siempre estos tratados, porque son letra constitucional y porque amplían el alcance de los derechos constitucionales de un modo notable, en la medida que su texto no viole el texto histórico de nuestra Constitución: dichos tratados internacionales tienen el carácter de complementarios. También la reforma formalizó el procedimiento legislativo para aprobar tratados internacionales con países latinoamericanos, en aras de facilitar la integración continental. Sin embargo, tenemos que luchar para que esa integración latinoamericana se haga realidad. El texto constitucional luego de 1994 estuvo orientado a fortalecer el federalismo argentino. Es imprescindible que se tomen de las manos nuestras provincias para consolidar la identidad nacional. Que las ciudades y sus intendencias trabajen juntas para el crecimiento social, cultural y económico del país. Que nuestros municipios no se inhiban de tener centros de estudio o de investigación de excelencia, porque ese es el modelo del progreso de la civilización que nos ofrece el mundo.Siguiendo a Arturo Jauretche, pensador que sintetizó sus antiguas convicciones radicales con las del justicialismo, hay que instalar en la Argentina el capitalismo nacional. Fue lo que hicieron los Estados Unidos de Norteamérica, acompañando la posición de Madison y no la manchesteriana de Jefferson, según nos lo recuerda el propio Jauretche. Esa elección significó una protección fuerte tanto de la industria como del campo. Tomamos en cuenta la letra de la Constitución estadounidense. pero no su práctica. El federalismo argentino también se fortaleció cuando la reforma le otorgó a las provincias el dominio originario de sus recursos naturales, así como el establecimiento de un banco federal con facultad de emitir moneda, lo cual implica la refundación federativa del Banco Central. Por último, y no menos importante, en un sentido equivalente, la previsión en la Constitución de 1994 de un nuevo régimen de coparticipación impositiva, a partir de una ley convenio con intervención de las provincias, es un presupuesto fundamental para pasar del actual unitarismo fiscal que nos rige a un auténtico federalismo económico para los argentinos.