sábado, junio 19, 2010

NOTA DE OPINION


UNA VEZ MÁS, EL ÁRBOL NO NOS DEJA VER EL BOSQUE

por Luis María Migliaro


En muchas oportunidades la sociedad Argentina tropezó más de una vez con el mismo error y no percibió que las discusiones coyunturales no dejaban ver el problema de fondo que realmente padecían. Algunos dirigentes, los más liberales, aprovecharon estas situaciones excepcionales y de crisis para imponer políticas que de no ser por esta confusión, no podrían haber conseguido el apoyo popular para implementarlas. Como ejemplo podemos recordar los argumentos que se esgrimieron para privatizar algunas empresas estatales en la década del noventa como YPF, Ferrocarriles Argentinos (el sector agropecuario es uno de los más perjudicados por el precio del gasoil y los fletes), Aerolíneas Argentinas o el intento de la de-jerarquización del INTA, o el intento de privatización del Banco Nación o la disolución de organismos como la JNG y JNC, entre otros ejemplos.

En el Congreso de la Nación, se repite una vez más la historia. Se está discutiendo sobre un proyecto de Ley que indica las “misiones y funciones” de la OFICINA NACIONAL DE CONTRO COMERCIAL AGROPECUARIO (ONCCA). Están los que pretenden licuar su función a la mínima expresión y otros que pretenden lograr un organismo fuerte, independiente, con capacidad de controlar y ejecutar políticas agropecuarias activas.

Aquí aparece nuevamente el árbol delante de los productores, algunos que, como en aquel momento no se dieron cuenta de los perjuicios que posteriormente vendrían con la disolución de las Juntas, durante la década de los noventa. Como consecuencia de ello y la escasa presencia del estado, consecuentemente sufrieron el accionar cruel, sistemático y lapidario de un mercado sin control, ejerciendo presión sobre los productores más chicos e indefensos y acorralándolos hasta la desaparición de muchos de ellos.

Pero no es menos cierto que desde el año 2003 con el gobierno Kirchnerista y una ONCCA que había sido dotada con más atribuciones, comenzó a acorralar nuevamente a los productores medianos y chicos, y esta vez no fue solo el mercado, sino el estado que con sus instrumentos muy mal utilizados y con una nefasta política de intervención, benefició a los grupos más concentrados de la economía.Decimos que el árbol (cuyas ramas son agitadas por el peor del neoliberalismo) una vez más no le dejan ver el bosque a una parte de los productores porque muchos de ellos piden la eliminación de la ONCCA y ven en este Organismo un cruel enemigo, cargado de resentimientos con el sector, además de transformarse en un nido de corrupción, con escandalosos repartos de subsidios, etc.

Este organismo tal cual está administrado, es cierto, no les brinda ningún beneficio.Los dirigentes neoliberales levantan su discurso, el mismo de la década del noventa, se montan en este estado de ánimo de los productores y no piden su eliminación, porque sería muy burdo, pero plantean la eliminación de facultades de la ONCCA , dejándola como organismo desconcentrado, es decir inexistente.Los productores debieran recordar que ese mismo organismo light (que dejó el gobierno menemista), a partir del año dos mil otra gestión pudo darle jerarquía y conseguir el reconocimiento de los operadores de carnes y granos, tendió a mejorar la transparencia de los mercados, publicó con frecuencia sistemática los volúmenes de las operaciones tanto en carnes, como en granos, tuvo a su cargo la distribución de la cuota Hilton, entregada en termino y des judicializada. Modificó su sistema informático, su proceso administrativo, creo registros obligatorios de todos los operadores, relevó la capacidad de almacenaje de granos, es decir actuó como organismo de control sin obstaculizar el funcionamiento de la producción y los mercados.

Como consecuencia de lo dicho queda en claro que es posible hacer las cosas bien y no es el organismo el culpable de los males, sino quienes lo conducen.

En el congreso el cambio se debe direccionar en aumentar el control de los funcionarios y el funcionamiento del organismo, para que quienes lo conduzcan, no puedan tergiversar el espíritu de su misión, como hoy lo hacen. Habría que incorporar auditoria internas, un Consejo de Administración integrado por las Entidades, u otros elementos de contralor. Destruir las herramientas, como por ejemplo la ONCCA, le impide al estado tener la posibilidad de hacer política agropecuaria, la que debe ser capaz de brindar el crecimiento de la producción con los equilibrios y la equidad necesaria.

En este ejemplo vemos una vez más como el árbol, que están muy bien representados por los malos funcionarios que hoy gobiernan, no dejan ver el bosque que son las herramientas necesarias para que el estado desarrolle sus políticas.Necesitamos repensar, ser creativos e imaginar bases programáticas e institucionales nuevas. Tenemos que reorganizar el espacio público y privado (mercado) desde un nuevo paradigma mediante el cual podamos democratizar el mercado y profundizar la democracia. Para esto debemos reconocer que las ideas planificadoras, centralistas y hegemónicas sostenidas por un grupo de burócratas desde el poder queriendo imponer políticas han fracasado. De la misma manera han fracasado los neoliberales que han entronizado al mercado (oligopolios, monopolios, concentración, precarización del vínculo social, etc.) como único ordenador social de la vida. Se tienen que hacer cargo de las crisis económicas y financieras mundiales, de sus fracasos y de las desigualdades sociales que ocasionan y ocasionaron.Los que intentamos avanzar en la construcción de una sociedad más justa y democrática debemos innovar, ser creativos y evitar repetirnos.

Debemos encarar el desafío de organizar un mercado más democrático y un Estado más inteligente. Esta una de las premisas para un pensamiento progresista moderno.La Nación tiene que encontrar nuevas políticas públicas y articulaciones sociales que nos permitan movilizar todas sus energías al servicio del hombre y de sus oportunidades económicas y morales. No debemos repetir las recetas que fracasaron.